Cervicoartrosis: artrosis de la columna cervical

martes, 31 de enero de 2017
La cervicoartrosis es la localización de la artrosis en la columna cervical y es probablemente, la causa más frecuente de los dolores de columna cervical (cervicalgias). Su frecuencia es grande, apreciándose en las radiografías del 75% de los pacientes de más de 40 años. Ahora bien, el dolor cervical se atribuirá a la artrosis cuando se hayan descartado otras enfermedades.

Las vértebras son los huesos que tenemos en la espalda, y se disponen una sobre otra formando la "columna vertebral". Cérvix en latín significa cuello, de ahí que las vértebras de la región del cuello, se llamen "cervicales".

Cada vértebra se articula con la vecina, es decir, forma con ella una especie de bisagra, que permite el movimiento de la espalda, y en este caso del cuello.

En las articulaciones de brazos y piernas, las superficies de contacto de la bisagra son de un material llamado cartílago articular, que actúa como un amortiguador de golpes y rozamientos con los movimientos.

Se llama artrosis a la progresiva desaparición del cartílago articular, y se debe a diversas causas como la edad, golpes en el cartílago que convierten su superficie en irregular en vez de lisa, etc.

La bisagra responde a esta situación produciendo hueso en sus bordes, a modo de salientes. Son los llamados, osteofitos (la traducción literal sería "vegetaciones de hueso"), que presionan los tejidos vecinos y limitan la movilidad articular.

Es importante comprender que las vértebras tienen dos maneras de formar la bisagra: En su parte central utilizan la cubierta de cartílago articular (articulaciones "uncovertebrales" e "interapofisarias"). Pero en su parte delantera utilizan de amortiguador el disco intervertebral, que no es una cubierta sino una especie de oblea de consistencia gomosa dura, situado entre las dos vértebras.

Cuando el disco se va desgastando pierde altura y elasticidad, y el hueso con el que contacta comienza a sufrir, condensándose y produciendo osteofitos en los bordes. Cuando crecen hacia la médula, pueden comprimirla.

Aunque puede resultar afectado cualquier disco intervertebral, el situado entre la 5ª y 6ª vértebras cervicales es el que resulta afectado con más frecuencia, ya que es muy móvil.

La artrosis de las articulaciones que utilizan la cubierta del cartílago articular, puede producir estas aristas (osteofitos) que cierran el orificio por el que pasan las raíces nerviosas que salen de la médula, y cuya irritación es responsable del dolor en la extremidad superior, y numerosos casos de dolor de hombro.

Los pacientes con el cuello muy arqueado es frecuente que sufran artrosis las articulaciones interapofisarias.

¿Qué síntomas produce?

En la mayoría de los casos es indolora, y sólo se descubre en radiografías realizadas en chequeos, o a causa de problemas en el pecho, hombros o cabeza.

Cuando se manifiesta puede provocar dos tipos de problemas:

Derivados de la propia destrucción articular

Limitación de movilidad del cuello, crujidos, y dolor cervical. El dolor se produce por diversas causas, entre ellas la contractura refleja de los músculos del cuello y el sufrimiento de las articulaciones dañadas.
Derivados de la compresión de la médula y las raíces nerviosas

El dolor cervical afecta a toda la parte posterior del cuello, pudiendo extenderse hacia la parte alta de la columna dorsal y las paletillas. Es un dolor que mejora con el reposo y la postura cómoda, y empeora al mover el cuello o sobrecargarlo (viajes largos, trabajos de fuerza manual, etc.). La intensidad es muy variable, pudiendo a veces invalidar al paciente. Lo habitual es que sea crónico, es decir, que se presente durante mucho tiempo.

La raíz comprimida responde con problemas que afectan desde el hombro hasta los dedos: dolor, hormigueos, pérdida de fuerza o de sensibilidad cuando tocamos la piel.

Cuando el osteofito aprieta la médula, los problemas se manifiestan en las piernas. La marcha se hace bamboleante y se suele abrir más las piernas al apoyarlas, ya que se tiene menos fuerza en ellas. También se puede notar sensación de acorchamiento al tocarse.
¿Qué exploraciones debe realizar el médico?

    Se debe explorar la movilidad del cuello, que puede estar disminuida, notando a veces chasquidos.
    Es conveniente explorar la función de ambos hombros.
    Deben valorarse la fuerza, sensibilidad de la piel y reflejos tendinosos en las cuatro extremidades. Si hay síntomas de lesión neurológica, para evaluarlos, y si no los hay, para detectar una lesión todavía oculta por ser muy incipiente.
    Deben examinarse el resto de las articulaciones, buscando signos artrósicos (dedos deformados o rígidos, rodillas que se van arqueando).

¿Qué pruebas son útiles en la artrosis del cuello?

Siempre se deben realizar radiografías, que es el método que confirma la presencia de la artrosis.

Si no hay problemas de brazos o piernas, no es necesario pedir más pruebas. Ahora bien, si aparecen hay que buscar daños en las raíces o en la médula. Estos daños se pueden descubrir de dos maneras: midiendo su funcionamiento y valorando su aspecto.

    El sistema nervioso, al que pertenecen estas dos estructuras, se puede considerar como un entramado de cables eléctricos. Por tanto, su funcionamiento lo estudiarán las pruebas que llamamos de electrofisiología, que miden la intensidad y las cualidades de la corriente eléctrica que pasa por esos "cables".
    El aspecto lo muestran las pruebas de imagen, es decir, el TAC (tomografía axial computerizada o escáner) y la RMN (resonancia magnética nuclear).

¿Cómo se diagnostica?

La presencia de artrosis se diagnostica con radiografías. Los síntomas se adscriben a la artrosis, cuando se han descartado otras enfermedades.
¿Qué enfermedades se deben descartar?

    Hernia discal cervical.

    Condrocalcinosis (formación de calcificaciones en el seno del disco).

    Reumatismos inflamatorios, como la "pseudopoliartritis rizomiélica" o la "artritis reumatoide" entre otros.
    Un aplastamiento vertebral, producido por un golpe o por un tumor (benigno o maligno). No se producen aplastamientos cervicales por osteoporosis.

    Espondilodiscitis (infección de los discos intervertebrales).

Algunos de estos cuadros pueden encontrarse simultáneamente con la artrosis.
¿Cómo evoluciona?

Hay que entenderla como una enfermedad benigna, cuyos síntomas suelen mejorar con el tiempo. No obstante, hay excepciones:

    El dolor crónico puede agudizarse en ocasiones, lo que es síntoma de una crisis de inflamación articular, y normalmente se mantiene en reposo, para empeorar por la noche.
    Hay casos raros en los que los osteofitos crecen mucho y producen las lesiones medulares o radiculares.

¿Cómo se trata?

El tratamiento se basa en la medicación adecuada y una buena fisioterapia. El médico cuenta con los siguientes fármacos:

    Antiálgicos puros (sólo actúan contra el dolor) como el paracetamol. Constituyen el tratamiento inicial, por sus escasos efectos secundarios.

    Antiálgicos con efecto antiinflamatorio, como el ibuprofeno. Son útiles en los cuadros de agudización, pero se deben administrar con cuidado a los ancianos, y ante trastornos renales y hepáticos no graves. Si son graves o el paciente tiene úlcera gastroduodenal, no deberá tomarlos.

    No debe tomar cortisona o medicamentos similares.

    Los relajantes musculares se pueden utilizar en agudizaciones, y administrarse por la tarde-noche, para aprovechar su efecto de somnolencia.

    Los medicamentos que intentan frenar la artrosis, como el sulfato de glucosamina, son de acción lenta (su efecto tarda semanas o meses en manifestarse), pero se toleran muy bien y permiten bajar las dosis del resto de los fármacos.

La rehabilitación es muy importante y se basa en la gimnasia de mantenimiento. En determinados casos, se pueden asociar ciclos de masaje descontracturante, electroterapia y ultrasonoterapia en un centro especializado de rehabilitación.

Los trastornos neurológicos se tratan también con una buena rehabilitación. Sólo si empeoran en un periodo de meses, rehabilitando se puede pensar en una descompresión quirúrgica, que habitualmente requiere fusionar las vértebras afectadas (artrodesis). Sin embargo, los riesgos de estas intervenciones quirúrgicas exigen hacer una selección cuidadosa de los posibles candidatos.

¿Qué puede hacer el paciente?

    Se aconsejan las revisiones periódicas para detectar la aparición de complicaciones neurológicas.

    Utilizar una almohada de protección cervical para dormir. Suelen tener forma de cuña o de mariposa, y su textura es flexible para adaptarse mejor a la posición del cuello.

    También se recomienda la aplicación de calor local (duchas, almohadilla cervical, manta eléctrica).

    Es importante realizar gimnasia de mantenimiento que incluya estiramientos, ejercicios de tonificación
 muscular y de relajación. La natación también es muy útil. Los collarines cervicales sólo se utilizarán en fases muy dolorosas de agudización, pero es necesario retirarlos cuanto antes, porque pueden producir atrofia muscular.
    Debe intentar evitar los sobreesfuerzos mantenidos.

Via netdoctor.elespanol.com

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