Para todo, Paracetamol

jueves, 26 de mayo de 2016
El Paracetamol o Acetaminofeno, derivado del para-amino-benceno, fue sintetizado en la Universidad Johns Hopkins en 1877. Se trataba de encontrar una sustancia con las propiedades  de la Acetanilida, incorporada en medicina con el nombre de antifebrina, pero que no fuera tan tóxica.

Introducido en la clínica en 1893 por Von Mering,  ha ido adquiriendo popularidad por su fácil manejo y amplio rango de seguridad en su utilización. El Paracetamol es un fármaco considerado en el grupo de analgésicos antipiréticos y antiinflamatorios no esteroideos (AINEs).

Presenta varios mecanismos de acción, modulando la respuesta nociceptiva por los controles inhibitorios descendentes y mediante una inhibición de la síntesis de prostaglandinas. El Paracetamol tiene efecto analgésico, pero no posee efecto antiinflamatorio, ni las secuelas adversas  características de los AINEs  como son: gástricas, renales, hematológicas, uterinas y en el feto. Todo ello le otorga una evidente utilidad clínica, como demuestra el creciente interés y amplio consumo.

Este uso lo ha convertido casi en un artículo básico de consumo, como la leche o el pan, pudiendo encontrarse como otro artículo en muchos centros comerciales, sin necesidad de prescripción para su adquisición.

De sus propiedades farmacodinámicas, destacan los datos que sugieren una actividad inhibidora de la ciclooxigenasa (COX), enzima que interviene en la transformación del ácido araquidónico en prostaglandinas o leucotrienos, mediadores de la inflamación y el dolor. Su acción parece ser sobre la variante COX-1 poco selectiva  y más probablemente de la COX-3.

Otra acción postulada pasa por su interacción con el sistema serotoninérgico. La serotonina (5-HT) es una indolamina, ampliamente distribuida en el sistema nervioso central (SNC) y periférico, y también en otras células como las plaquetas, los mastocitos y las células enterocromafines.

En el SNC existe un sistema serotoninérgico localizado en las neuronas en la línea media del puente y tronco cerebral, constituyendo lo que conocemos como núcleos del rafe. Un posible mecanismo para aumentar los niveles de serotonina sería inhibir la recaptación de ésta por la terminación pre-sináptica, bloqueando el transportador de serotonina situado en la membrana pre-sináptica.

Aunque este efecto no se ha demostrado.

En relación a los receptores de serotonina tipo 5-HT1B la relación sería que los agonistas debilitan el efecto analgésico del Paracetamol y los antagonistas lo potencian lo que explica la comercialización de fármacos combinados de Paracetamol y Tramadol que aprovechan sus propiedades serotoninérgicas.

El Paracetamol también puede aumentar las concentraciones de noradrenalina en el SNC, por lo que es posible que esta catecolamina participe en su acción analgésica. Esto se puede deducir de algunos trabajos que estudiaron la combinación de intratecal de fentolamina (antagonista α inespecífico) y Paracetamol, lo que favorece la aparición de un efecto sinérgico analgésico.

La relación con el sistema opioide del Paracetamol, pese a no ser un fármaco que reúna las características de un opiáceo, es posible que interactúe a través de mecanismos intermediarios en el sistema opioide, conduciendo a una sinergia y a la obtención de una analgesia más eficaz, tal y como revela la clínica. Una correcta combinación de Paracetamol y analgésicos opioides mejora con mucho la analgesia y reduce el riesgo de efectos secundarios indeseables.

Algunos otros mediadores también se han postulado, como el oxido nítrico (NO), que es un importante neurotransmisor implicado en la nocicepción a nivel espinal, y se produce por acción de la óxido nítrico sintetasa (NOs).

Uno de los estudios que relaciona el Paracetamol con el óxido nítricodescribe que la administración intratecal de N-Metil-D-Aspartato (NMDA) y Sustancia P, procedimiento que induce hiperalgesia mediada por el NO, es antagonizado por el Paracetamol de una manera dosis-dependiente. Este efecto es antagonizado por L-arginina, un sustrato natural de la NOs.

Otros estudios proponen que la acetil-colina está implicada en la acción antinociceptiva del Paracetamol. En ellos  demuestran que la administración sistémica de atropina antagoniza la acción analgésica del Paracetamol (vía intravenosa o intratecal).

Por tanto, el Paracetamol parece ofrecer la ventaja de su buena tolerabilidad gastrointestinal, nula afectación hematológica y escasas reacciones de hipersensibilidad. Puede administrarse oral y también por vía parenteral, tanto en niños como adultos, ajustando la dosis.  Su principal inconveniente es el bajo techo antálgico, que se alcanza apenas con 1gr. Esto, junto con el hecho de carecer de actividad antiinflamatoria, hace inútil incrementar la dosis en un intento de provocar dicha acción y así suprimir uno de los componentes que contribuyen al dolor.

No se debe pasar por alto la toxicidad aguda que puede producir a altas dosis (superiores a 10-20g), que puede provocar necrosis hepática grave, aunque se pueda tratar con N-Acetilcisteina si se actúa precozmente y la grave toxicidad hepática diferida que provocan las dosis altas de Paracetamol continuadas (por encima de 4-6g diarios, o menos en pacientes con trastornos en la función hepática o consumidores de alcohol), ni la sospecha, común para otros AINEs, de poder provocar nefropatía analgésica cuando se administra de forma crónica.

El Paracetamol ha ocupado el espacio que antes tenía la aspirina por su gran versatilidad y seguridad. Pero eso no quiere decir que sea inocuo, ni que sirva para todo. Muchos problemas de salud solo requieren medidas genéricas, como reposo o hidratación. Se debe evitar el abuso de medicamentos que, como hemos visto, no están exentos de efectos secundarios y riesgos, aunque estos sean bajos.

Via blog.diagnostrum.com

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