La CROEM ha publicado un manual elaborado por un equipo de investigación de la Universidad de Valencia que aplica los conocimientos y las técnicas de salud mental desarrolladas por los pensadores especializados en inteligencia emocional a la prevención de riesgos laborales. La publicación puede consultarse en la web de la patronal.
M. J. GIL Siempre ha habido personas capaces de encontrar la palabra justa en cada momento para verbalizar un conflicto sin resultar hirientes, mientras que de otras se dice que ponen los bueyes por delante del carro, porque carecen de la paciencia y la habilidad necesarias para afrontar un problema sin provocar enfrentamientos. El concepto de inteligencia emocional ha surgido como una corriente de pensamiento que desarrolla la canalización de las emociones personales y establece unas pautas para orientar los esfuerzos mentales en las relaciones humanas hacia el control de la angustia y la inseguridad, para potenciar la comunicación positiva y la confianza. Un equipo de investigadores de la Universidad de Valencia dirigido por el profesor de Psicología Francisco Toledo ha elaborado un manual que aplica los conocimientos sobre la inteligencia emocional a la prevención de riesgos laborales.
La principal conclusión de los investigadores es que «las emociones se contagian como un virus» por lo que resulta necesario potenciar la comunicación y «facilitar la expresión de emociones positivas en el trabajo para favorecer procesos de contagio emocional al resto de los empleados».
El manual, que ha editado la CROEM y puede ser consultado en su página web, pretende ayudar a las empresas a reconocer las situaciones que pueden generar estrés en el trabajo y constituyen un riesgo psicosocial. Establece unas pautas para preservar la higiene mental y mantener la capacidad de respuesta ante situaciones conflictivas que pueden alterar la salud mental de los trabajadores. También ofrece a las empresas una información básica para detectarlas. El objetivo es fomentar una cultura de la prevención de riesgos para mejorar las condiciones de trabajo, partiendo de la base de que hay «un conjunto de conductas que pueden aprenderse, por lo que aquellos trabajadores con carencias o limitaciones pueden ser entrenados para mejorar sus habilidades emocionales».
Según indican los autores, el estrés laboral es el segundo problema de salud relacionado con el trabajo más frecuente en Europa después de los trastornos musculoesqueléticos. «Alrededor de la mitad de los trabajadores consideran que es habitual en su lugar de trabajo. Se calcula que entre el 50% y el 60% de los días de trabajo perdidos se pueden atribuir al estrés laboral. El 14,3% de los hombres y un 20,4% de las mujeres señala tener problemas de estrés, ansiedad o nerviosismo, y un 82,1% considera que su trabajo ha producido o agravado esta situación, aunque únicamente un 44,4% de los trabajadores acuden al médico, según recoge el 'Manual de inteligencia emocional aplicada a la prevención de riesgos laborales».
Pedro Guerrero, responsable de Prevención de Riesgos Laborales de la CROEM, explicó que el objetivo de la publicación es «empezar a difundir entre las empresas conceptos básicos que permitan introducir la llamada inteligencia emocional».
El departamento de Prevención de Riesgos Laborales de la patronal se encargó de trasladar al equipo investigador de la Universidad de Valencia una relación de los riesgos más frecuentes que es posible atajar desde la inteligencia emocional. La conclusión, según Pedro Guerrero, es que «para conseguir organizaciones emocionalmente inteligentes es imprescindible potenciar la competencia emocional de los trabajadores».
Via laopiniondemurcia.es
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