El presidente del colegio de podólogos del País Vasco, Xabier Benegas, alerta del listado de dolencias que provocan los zapatos excesivamente altos y recomienda que no superen nunca los «2 o 3 centímetros»
Dice Christian Louboutin que los tacones elevan a las mujeres física y emocionalmente. Si los llevan puestos solo media hora, le falta añadir. Que se lo pregunten si no a Emma Thompson, que protagonizó un momento inolvidable en los Globos de Oro hace un par de años al subir al escenario con su par de zapatos (Louboutin) en la mano. «Esto que veis aquí es mi sangre», bromeó señalando su famosa suela roja. Un año después, la polémica envolvió al Festival de Cannes al prohibir el zapato plano y denegar el acceso a aquellas mujeres que no iban pertrechadas con taconazos. El director del certamen aclaró entonces que se trataba de un rumor «infundado» y echó la culpa a los vigilantes de seguridad por desconocer el código de vestimenta.
Julia Roberts se quedó con la copla y en la presente edición del festival se quitó sus 'stilettos' a mitad del paseíllo para subir la escalinata con sus pies vestidos únicamente por una pedicura en tonos negros, a conjunto con su vestido Armani Privé. Susan Sarandon se sumó a la cruzada antitacones y combinó su traje pantalón con unas elegantes manoletinas negras. Y Kristen Stewart prefirió que sus Louboutin de vértigo los llevara un ayudante en la mano mientras ella daba un respiro a sus pies.
Una lucha de las estrellas que se ha extendido a pie de calle, después de que una mujer anónima de Londres haya conseguido que se cambie el código de calzado de una multinacional, que obligaba a sus empleadas a calzar tacones altos. Nicola Thorp, de 27 años y también actriz, se presentó a su nuevo empleo de recepcionista en PwC, una de las cuatro mayores firmas auditoras del mundo, con unos zapatos planos y elegantes. Pero le pidieron que regresara con unos tacones de entre 5 o 10 centímetros si no quería irse a casa sin cobrar la jornada. Tras ser despedida, inició una recogida de firmas para llevar al Parlamento brtitánico una propuesta a fin de prohibir la obligatoriedad de los tacones en el trabajo. En tres días sumó más de 30.000 rúbricas y ahora va por las 148.000, con lo que ya ha superado con creces las 100.000 necesarias para que la Cámara someta el asunto a debate.
Y es un asunto que efectivamente merece un debate porque los expertos alertan de que los tacones excesivos resultan nocivos para la salud. La dolencia más común que provoca este tipo de calzado se denomina metatarsalgia. «Se trata de una sobrecarga en la zona del antepie, la que está justo debajo de los dedos, de modo que el tejido graso, que hace de amortiguación, se va deshaciendo hasta el punto de que el hueso fricciona directamente sobre la piel», apunta Xabier Benegas, presidente del colegio de podólogos del País Vasco. De esta forma, se puede llegar a sufrir «una inflamación aguda, que se convertiría en crónica si no se dejara de usar tacones, lo que conllevaría hasta una baja laboral», añade Benegas.
Un daño derivado del anterior es la fascitis plantar. «Al empezar a sufrir dolor en la parte delantera, intentamos equilibrar la forma de pisar y se produce una inflamación en la fascia, que es un pequeño tejido fribroso que recubre toda la musculatura del arco del pie», precisa el experto. Los dedos también sufren lo suyo, sobre todo, cuando se introducen a presión en punteras excesivamente estrechas o en los típicos 'stilettos', con forma de triángulo en la parte delantera. «Empujan el dedo gordo hacia fuera y los pequeños hacia dentro, por lo que se forman juanetes o dedos en martillo, que es un encorvamiento hacia arriba de sus huesos», explica Benegas. El listado de lesiones más comunes también incluye «esguinces de rodilla o de tobillo y hasta roturas de algún hueso de la mano tras una caída».
Los tacones excesivos pueden causar daños permanentes también en las piernas y la espalda. Al inclinar el cuerpo hacia delante, los músculos de la espalda baja deben esforzarse el doble para proteger a la espina dorsal. La inclinación forzada de la pelvis puede originar una curvatura excesiva de la espalda baja (hiperlordosis) y complicaciones a largo plazo. Además, cuando la mujer camina sobre tacones altos se incrementa un 26% la presión que se ejerce sobre la rodillas, según un estudio de la universidad australiana de Griffith. Ello incrementa el riesgo de artritis y degeneración en las articulaciones.
El tamaño importa
En los tacones, el tamaño sí importa. «Lo aconsejable es que sean anchos y de un máximo de 2 o 3 centímetros de altura», asegura el presidente del Colegio de Podólogos del País Vasco. «La musculatura de la mujer es diferente a la del hombre, tiene un acortamiento en la parte posterior de la pierna, sobre todo, en la zona de los gemelos, que es algo más reducida que la longitud del hueso», explica el experto. Esta circunstancia de su propia anatomía «hace que sientan más cómodas con un pequeño tacón de base ancha». Las plataformas, tan de moda este verano, resultan más llevaderas que los tacones de aguja, porque reducen centímetros de sufrimiento, pero tampoco son la mejor opción. «Anulan el movimiento de los dedos con respecto al resto del pie porque no se puede doblar la plataforma. De ahí que ya no se usen los zuecos de madera que llevaban las enfermeras y que eran malísimos», afirma Benegas. Eso sí, se han convertido en una tendencia que pisa fuerte sobre las pasarelas y que muchas mujeres han trasladado a la calle.
Asímismo, las chancletas es mejor reservarlas para la playa o la piscina. «El zapato tiene que ir sujeto al pie, sin estrangularlo, y no el pie al zapato. No es necesario agarrar el tobillo. Existe la mala costumbre de poner botitas a los niños que lo que hacen es anular la articulación del tobillo». ¿El calzado más adecuado? «Unas zapatillas de deporte, porque tienen un poquito de altura en la parte posterior y regulan la sujección mediante cordones», apunta el experto. Quienes no vayan a correr una maratón pueden llevar sandalias, pero siempre es mejor que tengan «una tira por detrás regulable y dos tiras a la altura del empeine», detalla Benegas.
Algunas mujeres llevan almohadillas de silicona en el antepie para que la tortura sea menor, «pero son un parche sin sentido», opina Curto. «Sin ellas puedes durar dos horas sobre unos tacones y con ellas tres, te has fastidiado el pie de todas formas, pero la última hora lo has hecho de una manera sorda», dice.
Además de producir incomodidad y sufrimiento, los tacones de aguja disminuyen la seguridad y limitan la libertad de movimiento. Cruzar la acera con bolsas a cuestas o correr para coger el metro se vuelven situaciones imposibles para quienes no llevan los pies en el suelo. «Hay que educar a la sociedad. Las empresas deberían saber que los tacones de aguja no son para trabajar y que la obligatoriedad de llevarlos puede acarrear una baja laboral. Los padres de adolescentes y sus hijas también deberían conocer las consecuencias que tiene llevarlos, no para que las jóvenes dejen de usarlos, sino para que lo hagan con mesura», argumenta el presidente del colegio oficial de podólogos del País Vasco.
-¿Los tacones tienen edad?
-Sí, no es recomendable llevarlos a partir de los 35.
Via elcorreo.com
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