La llegada del calor y los días estivales aumentan las alteraciones del sueño

martes, 21 de junio de 2016
El insomnio es la más común de todas las alteraciones del sueño. Existen unos grupos más vulnerables, como las mujeres y los ancianos, seguidos de los separados, divorciados y viudos, estos últimos por estás más sometidos a estrés, ansiedad y depresión, especialmente por situaciones de soledad.

Se han realizado investigaciones en humanos de privación de sueño para ver hasta cuántas horas podía sobrevivir la persona, y los estudios han demostrado que el máximo in extremis era de 72 horas.

Que tire la primera piedra el que no haya pasado por el calor una noche toledana, ya sea entera, durante horas seguidas o a intervalos. La llegada del verano y, consecuentemente, de las altas temperaturas, unidos a los cambios en los hábitos de vida, hace que se produzcan variaciones en los ritmos circadianos que regulan el sueño y la vigilia. Este hecho se puede incrementar en las localidades de veraneo, donde la población está más concentrada y la humedad del mar incrementa la sensación térmica.

El ritmo biológico del hombre de 24 horas (sueño-vigilia) fue acuñado circadiano (del latín circa: alrededor de, y diem: día) por Franz Halberg en 1959 en la universidad de Minnesota (EE UU). “Hoy sabemos que la duración media natural del  día biológico es de 25 horas, una más que el día cósmico. Los cronobiólogos han estudiado la existencia de un reloj biológico interno, localizado en el hipotálamo, alojado en la base posterior del cerebro. A éste llega desde la retina información sobre luz y oscuridad, necesaria para la secreción de melatonina, la hormona que permite el ajuste a 24 horas”, explica la doctora Rosa Peraita, jefa de la Unidad del Sueño del hospital público Gregorio Marañón, de Madrid.

El ritmo circadiano del hombre se puede demostrar por más de cien variables, como la temperatura corporal, la tensión arterial, la secreción hormonal o la frecuencia cardiaca. Y es además muy sensible a señales externas sensoriales, psicoafectivas y socioculturales.

“Las necesidades de horas diarias de sueño”, dice la doctora Peraita, “varían con la persona, la edad y la actividad que desarrolle. En humanos se han realizado experiencias de privación parcial y total del sueño de hasta un máximo de 72 horas. Diversos estudios han demostrado, no obstante, que el estado de vigilia inactiva es suficiente para la restauración motora del cuerpo y que el sueño está más relacionado con la del cerebro”.

Más del 50% de la población mundial se ha visto alguna vez abandonada por Morfeo, el dios griego del sueño, y de forma crónica del 6% al 18%. Los expertos advierten de que cuando se mantiene un trastorno de conciliación y/o mantenimiento del sueño durante más de dos semanas hay que consultar al médico.

Según el doctor Jesús Pastor, jefe del servicio de Neurofisiología, donde está situada la Unidad del Sueño del hospital público La Princesa, de Madrid, si bien hay diferentes fases en el sueño, podrían reducirse grosso modo a dos: sueño no REM o lento, durante el que se almacena energía, que será empleada para que puedan realizarse después las funciones del sueño REM, más complejas y relacionadas con el humor optimista, la confianza en uno mismo, la atención, el aprendizaje, así como la adaptación de los procesos emocionales al medio ambiente.

“Los preparados de plantas medicinales para al insomnio tienen su eficacia. Si no es suficiente, habría que pasar por tiempo limitado a fármacos hipnóticos, ansiolíticos o antidepresivos sedantes. En los cuadros crónicos hay que actuar también sobre la causa, sin olvidar las medidas higiénicas”, añade.

Medidas para un buen dormir
M. S.

Existen unas sencillas normas que pueden ayudar a seguir una adecuada higiene del sueño. Algunas de las más relevantes son: - Disciplina y seguimiento de un horario regular para acostarse. - Si el sueño no se concilia en 15-20 minutos, levantarse y relajarse con lectura o beber un vaso de leche. - Es importante practicar ejercicio físico diario. - No es conveniente consumir estimulantes (cafeína, alcohol), y, desde luego, nada de drogas. - Hay que evitar rumiar los problemas al acostarse. - Nada de siestas prolongadas ni de cenas copiosas. - Prevenir la sobreexcitación física y/o psíquica


Via bez.es

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