El sobrepeso entre niños y jóvenes se está convirtiendo en un problema de salud pública. Con las estrategias adecuadas esta enfermedad se puede prevenir para asegurar un correcto desarrollo del niño.
Decir que la obesidad infantil se ha convertido en un serio problema en América y Europa a lo largo de los últimos años simplemente sería un eufemismo. De hecho, los Centros de Control y Prevención de Enfermedades (CDC) han llegado a decir que la obesidad infantil es la crisis sanitaria que se extiende más rápido en los Estados Unidos.
A lo largo de los últimos treinta años, el ratio de obesidad se ha triplicado en niños de 6 a 11 años y se ha duplicado en adolescentes entre 12 y 19 años. Se ha calculado que, aproximadamente, más del 33% de los jóvenes entre 2 y 19 años (que en total son más de 25 millones de niños) tienen sobrepeso o sufren de obesidad.
Implicaciones sanitarias de la obesidad infantil
El ser un niño con sobrepeso u obeso tiene un enorme impacto físico, mental, social y emocional, además de influir en el desarrollo general del niño. Las investigaciones demuestran que los jóvenes obesos o con sobrepeso tienen un mayor riesgo de sufrir determinadas condiciones crónicas, como asma, hipertensión, colesterol alto, problemas de huesos y articulaciones, apnea del sueño e incluso determinados tipos de cáncer. Y con la misma importancia, debemos destacar la creciente preocupación relativa al metabolismo de los jóvenes americanos, en la medida que tienen un mayor riesgo de sufrir una enfermedad cardiovascular, así como la diabetes del tipo 2.
Además, los niños que tienen sobrepeso o son obesos tienen una pobre imagen de sí mismos, baja autoestima y una tendencia a ser rechazados por los demás. Así, experimentan una creciente soledad, tristeza, nerviosismo e incluso depresión. Los jóvenes que sufren esa condición pueden también ser sujetos de la estigmatización y discriminación social; suelen ser sujetos de burlas y de acoso escolar por otros niños, lo cual puede crear problemas sociales y emocionales para el joven o intensificar los ya existentes. Además, los niños que cogen determinado peso se cansan con mayor facilidad y tienden a convertirse en menos activos y, lógicamente, el ser menos activo conlleva ganar aún más peso. Por tanto, nos encontramos con que este problema se puede convertir en un círculo vicioso.
¿Qué podemos hacer?
La receta para el éxito no es diferente para los jóvenes que para los adultos: consiste en incorporar un régimen seguro de salud y ejercicio. Nosotros, como adultos, tenemos la responsabilidad de ayudar a que los jóvenes de hoy en día (y nosotros mismos) se mantengan sanos y en forma, por lo que tenemos que dar un paso a delante y tomar las riendas. A continuación destacamos algunos consejos que pueden ayudarte:
1. Guía dando ejemplo
Pedirle a un niño que haga algo que tú mismo no estás dispuesto a hacer no suele dar ningún resultado, ni para el niño ni para ti. Por ello, el lema para animar a que los niños comiencen a moverse y apuesten por una dirección más sana es “practica lo que predicas”. Los adultos tienen que coger las riendas y guiar con su ejemplo. Es muy sencillo. Esto lo podemos conseguir manteniéndonos activos, comiendo de forma saludable y fomentando que los niños hagan lo mismo. También es muy importante educar a los niños acerca de los métodos de nutrición y ejercicio adecuados y seguros, de modo que ellos mismos estén informados y puedan hacer elecciones inteligentes cuando no haya ningún adulto a su alrededor para guiarlos.
2. Entrenamiento de fuerza y entrenamiento cardiovascular
Como todo tipo actividad física, el entrenamiento de fuerza y los entrenamientos aeróbicos conllevan consumo de calorías. Así, el entrenamiento de la fuerza es algo único que, en la medida que disminuye la grasa corporal aumenta la masa muscular y, por tanto, mejora la composición el cuerpo y realzando la apariencia y el desempeño. El tejido muscular quiere más calorías para poder funcionar correctamente en comparación con el tejido graso, por lo que los niños que tienen más músculo son más eficientes a la hora de consumir sus calorías. Por otro lado, el entrenamiento aeróbico también es muy importante en la medida que conlleva un sustancial consumo de calorías y mejora la salud y energía general (tanto física como mental).
No obstante, mantén en mente que los niños no siempre necesitan implementar un régimen de entrenamiento formal, como suele pasar con los adultos. Si el programa de ejercicio es demasiado rígido, reglamentado, los niños pueden perder rápidamente su interés. Por ello, debes fomentar un entrenamiento seguro, divertido y cercano a los intereses del niño, pero siempre tienes que mantenerte concentrado. Pero recuerda, un instructor cualificado debería estar presente para enseñar y controlar al niño por su seguridad.
3. Alimentación adecuada
Lo normal es que sean los padres los que hagan la compra para toda la casa, de modo que es imperativo que elijan opciones saludables a la hora de hacer la compra. También es muy típico que los padres lleven a los niños a la compra y les compren aperitivos con un montón de azúcares en la tienda, o que a la hora de planear sus comidas se excedan en la cantidad. Por ello, el ambiente en el hogar es el primer lugar para asentar una buena y adecuada nutrición para los jóvenes.
Generalmente en los colegios, eventos recreativos y actividades sociales no se pone a disposición una buena selección de comidas saludables, sino que se inclinan más por los dulces, pero si lo planeamos correctamente, el niño puede disfrutar de un gran día comiendo saludablemente. Lo que hará la mayor diferencia será poner los alimentos saludables al alcance del niño, de modo que pueda acceder fácilmente a ellos. Así, podemos tener un bol de verduras, frutas, nueces u otro tipo de semillas a su disposición, siendo estos buenos tentempiés, mientras que el desayuno, la comida y la cena le suministrarán el resto de los nutrientes que su cuerpo y mente tanto necesitan.
Es normal que a los niños siempre les apetezca comer comida basura, y tampoco hay nada malo en que algún día efectivamente les demos ese capricho, pero los jóvenes (así como los adultos) si dejamos que decidan por sí solos tomarán tanta comida basura como puedan, de modo que tenemos que limitar esas calorías vacías que tomen y alimentarlos con la comida que realmente necesitan: alimentos frescos y saludables.
4. Fomenta que los niños sean niños, y déjalos jugar
Los jóvenes de hoy en día son demasiado sedentarios en la medida que la era tecnológica está haciendo demasiado más fácil el quedarse simplemente sentado estando ocupado. Por ello, tenemos que fomentar que los niños dejen a un lado las maquinitas que tienen dentro de casa y salgan a dar un paseo, a montar en bicicleta, a jugar en el parque infantil, a jugar deportes recreativos, e involucrarse en todo tipo de actividades físicas, especialmente con otros amigos. Los niños suelen jugar más a menudo y durante más tiempo cuando lo hacen con otros niños, de modo que esta es una buena manera de conseguir que estén activos.
Otra manera de fomentar la actividad de los jóvenes puede ser tan simple como hacer calistenia. Puedes instalar un pequeño (pero seguro) sistema de obstáculos de modo que los niños puedan jugar entre ellos y retarse. Por ejemplo, puedes poner a su disposición una cuerda larga para que jueguen a tirar de la cuerda, así como enseñarles los juegos favoritos de toda la vida, como saltar a la comba, el pilla-pilla, el escondite, etc. Puede que a primera vista estos juegos parezcan estúpidos, pero son una buenísima manera de conseguir que los niños hagan deporte y desarrollen habilidades como correr, su agilidad, su condición física, fuerza, su competitividad y su pensamiento estratégico.
5. Apoya la educación física y las actividades organizadas
Dado que cada vez son más las investigaciones que han demostrado que la actividad aumenta el potencial del niño para aprender, nos corresponde a nosotros el apoyar y fomentar todo tipo de actividad física organizada tanto dentro como fuera de los colegios. Sorprendentemente, las estadísticas de muestran que el hacer que los niños entrenen y se ejerciten más mejora su desempeño dentro de clase. Un estudio demostró que si el joven hace ejercicio durante 15 a 45 minutos antes de clase, reduce el nerviosismo entre los niños a la mitad, mientras que en otro estudio que analizó tres grupos de estudiantes con distintas rutinas de educación física se demostró como el grupo que hacía más ejercicio era aquél con mayor rendimiento en los exámenes, aunque eran los que menos tiempo pasaban en clase.
Por alguna extraña razón, las actividades físicas extraescolares se están recortando cada vez más, en la medida que se consideran mucho menos importantes de lo que en realidad son, por lo que nosotros debemos fomentarlas pues son uno de los aspectos más importantes dentro de la enseñanza del niño.
Conclusión
La mayoría de los niños con sobrepeso se convierten en adultos con sobrepeso o que sufren de obesidad. Puede que esto no lo podamos erradicar nunca, pero desde luego podemos hacer un esfuerzo de controlar esta epidemia usando algunas de las ideas recomendadas anteriormente.
Fuente entrenamiento.com
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