Muchas veces podemos pensar que el estrés no está relacionado con nuestros olvidos. Pero para responder a esta pregunta, primero tenemos que entender cómo funciona la memoria.
El procesamiento de recuerdos nos permite adquirir, retener y recordar la información y las experiencias. En primer lugar, la información se ubica en nuestra memoria a corto plazo, también conocida como memoria de trabajo, y a continuación, esta se procesa y se almacena en nuestra memoria a largo plazo. Son tres las etapas mediante las cuales la información se almacena en la memoria.
¿Puede el estrés alterar nuestra memoria a largo plazo?
El estrés puede interferir con cada una de estas etapas de procesamiento de la memoria.
Cuando recibimos y preparamos la información, por lo general tenemos muchos métodos que utilizamos para garantizar que esta información empiece a consolidarse. Sin embargo, la mayor parte del tiempo simplemente repetimos la información en nuestra cabeza para memorizarlo. Por ejemplo, si alguien nos recomienda una marca y lo queremos consultar cuando lleguemos a casa, hay muchas probabilidades de que en el camino a casa nos repitamos el nombre una y otra vez hasta que podamos consultarlo. Al hacer esto, estamos asegurando que el nombre de la marca se mantenga activa en nuestra memoria a corto plazo.
Aunque este sistema nos funciona bastante bien la mayor parte del tiempo, la realidad es que este sistema es muy sensible a las interferencias. Por ejemplo, si mientras caminamos hacia casa para consultar la marca en internet nos distraemos con alguna cosa, es muy probable que nos olvidemos del nombre de la marca.
El estrés es como ese objeto que nos distrae y no nos permite retener el nombre de la marca, es una interferencia en el proceso de crear un recuerdo. Cuando estamos estresados por algo como por ejemplo el trabajo, este estrés utiliza una gran cantidad de recursos de nuestro cerebro e interfiere con nuestra capacidad para retener la nueva información. Esto ocurre cuando nos “olvidamos” de una reunión o de acudir a un cumpleaños. ¿Se nos han olvidado realmente estos eventos? ¿O es que estos eventos no llegaron a realizar el camino completo a nuestra memoria a largo plazo para convertirse en recuerdos?
Existe una gran probabilidad de que no hubiéramos retenido la nueva información. En el momento en que recibíamos la nueva información, no le prestábamos toda nuestra atención porque nuestro cerebro estaba ocupado con un factor de estrés. En consecuencia, la información nunca llegó a convertirse en recuerdo, no se consolidó en nuestra memoria y por lo tanto no se almacenó en nuestra memoria a largo plazo.
Por otro lado, aunque hayamos podido almacenar la información en la memoria a largo plazo, en el momento de recordarlo un evento inesperado que nos genera estrés puede hacer que nos quedemos en blanco y nos impida recuperar de información de nuestra memoria a largo plazo.
En un estudio realizado en Alemania analizaron los efectos del estrés en la recuperación de recuerdos de la memoria a largo plazo a través de estímulos visuales. Para ello, un grupo de hombres y mujeres sanos fueron entrenados para localizar tres objetos en un laberinto virtual mediante el método de estímulo-respuesta. Una semana más tarde, antes de volver a repetir la prueba del laberinto algunos participantes fueron sometidos a un factor de estrés y otros a un punto de control. Los resultados mostraron que los participantes que fueron expuestos al factor de estrés antes de la prueba cometieron significativamente más errores, lo que sugiere que el estrés puede afectar al proceso de recuperación de la memoria a largo plazo.
En el proceso de memoria están implicados muchos pasos que se pueden alterar relativamente fácil. El estrés actúa principalmente como una fuente de interferencias y puede interrumpir cada una de las etapas de procesamiento de la memoria: recepción, consolidación, y recuperación. En este sentido es importante analizar las razones por las que olvidamos las cosas, ya que podemos achacar estos olvidos a la perdida de memoria cuando es un síntoma del estrés que vivimos el que interrumpe el proceso de la memoria.
Via cogniland.com
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