MITOS Y VERDADES DEL EJERCICIO FÍSICO
Mucha gente busca tener un cuerpo diez a base de dietas y planes de ejercicio milagrosos que terminan fracasando por estar sustentados en creencias erróneas. Tomando como referencia la maravillosa obra del Dr. Pedro Á. López Miñarro "Mitos y falsas creencias en la práctica deportiva" desmontaremos algunas falsas ideas.
¿Cuántas veces nos hemos guiado por lo que nos dice un amigo o conocido a la hora de hacer deporte? Son comunes los consejos de "entendidos" en el campo del ejercicio físico, pero lo cierto es que muchas de las recomendaciones y creencias más conocidas pueden considerarse leyendas urbanas del deporte. Desmitifiquemos algunas de ellas.
¿Sudar adelgaza?
Rotundamente falso. El sudor no contiene grasa, ya que está compuesto en un 99% de agua, un 0,6% de sales minerales y 0,4% de materia. Por tanto, toda pérdida de peso que experimentemos tras haber sudado en cantidad no será real porque lo recuperaremos tan pronto bebamos y repongamos lo perdido.
Las prácticas destinadas a sudar en abundancia con el fin de adelgazar (uso de fajas o ejercitarse a las horas de máximo calor) son totalmente ineficaces e incluso pueden resultar peligrosas, dando lugar a deshidrataciones graves y golpes de calor. El agua corporal es indispensable para la vida: sirve como mecanismo de transporte de nutrientes, gases y productos de desecho, interviene en la regulación de la temperatura, actúa como lubricante entre las células y numerosas reacciones químicas, etc. Por todo esto, debemos desterrar totalmente la idea de sudar en abundancia con el fin de adelgazar. Un estilo de vida saludable, que incluya una dieta equilibrada y ejercicio, será siempre nuestro mejor aliado para conseguir este objetivo.
¿El músculo se convierte en grasa?
El músculo nunca puede convertirse en grasa, así como la grasa no puede convertirse en músculo. Ambos tejidos son altamente específicos y cumplen con funciones muy especializadas. La grasa, a pesar de estar casi demonizada es imprescindible para el buen funcionamiento del organismo: es una fuente de energía importante, forma parte de estructuras internas, es vehículo de vitaminas liposolubles etc. Sin embargo, en exceso, puede desencadenar graves problemas de salud.
El músculo, por otro lado, es un órgano diseñado para mover el esqueleto, mantener la postura, etc. compuesto principalmente por proteínas y agua. Representa aproximadamente el 40 – 45% del peso corporal (frente al 15 – 30% del tejido graso). El músculo es citado por algunas autores como "peso libre de grasa", ahondando en esta visión casi antagónica músculo–grasa. Por ello, se piensa que la grasa puede transformarse en músculo. O a la inversa: que al dejar de hacer ejercicio el músculo se convierte en grasa, lo cual puede parecer cierto, pero no lo es. Lo que sucede es que debido a la inactividad, el cuerpo acumula tejido graso y pierde músculo, pareciendo que este último se ha transformado en grasa. Es decir, uno aumenta de tamaño mientras el otro disminuye, pero en ningún caso uno se transforma en el otro.
¿Existe la pérdida localizada de peso?
No. Ligada al objetivo de la pérdida de peso, existe la creencia de que ejercitar una parte concreta de nuestro cuerpo permitirá adelgazar aquella zona donde incidimos. Sin embargo, y citando al Dr. Pedro Ángel López Miñarro: "no existen evidencias que demuestren que la grasa se puede perder en áreas corporales específicas a través de ejercicios localizados. Hay estudios que solo han encontrado una reducción menor de un milímetro en el abdomen después de seis semanas de ejercicios abdominales".
La explicación de la imposibilidad de conseguir una pérdida localizada de grasa, es que el lugar del cual provienen las grasas como combustible durante el ejercicio depende de factores genéticos, enzimáticos, hormonales, etc. (Howley y Franks, 1995). Un dato curioso que derrumba este mito es que los tenistas, a pesar de utilizar mucho más un brazo que otro, presentan en ambos el mismo porcentaje de masa grasa, pero con una mayor cantidad de tejido muscular en el brazo dominante (Sharkey, 2000). Por último, las recomendaciones en ejercicio para lograr una disminución del peso graso de las más importantes instituciones médico– deportivas (mínimo 30 minutos diarios, a intensidad moderada, 3 – 5 días por semana), son difícilmente asumibles en el caso de los ejercicios localizados. Inevitablemente, la fatiga local llegará antes y hará muy difícil continuar la actividad, o comenzaremos a hacer el ejercicio con una mala técnica, corriendo el riesgo de lesionarnos.
Via larevistacanariadelasalud.com
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